La Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes publicó ayer las bases del nuevo programa esTEla, que sustituirá a los programas Tránsito e Impulsa, vigentes hasta ahora. La finalidad de todos estos programas es facilitar la transición educativa que efectúan los niños y niñas de una fase de la educación a otra y ayudarlos a enfrentarse a nuevos desafíos desde el punto de vista de las relaciones sociales, los contextos de aprendizajes y otros aspectos. Sin embargo, a la vista de las previsiones de la Consejería, es difícil que estos objetivos se lleguen a materializar si no se rectifica y se garantiza la estabilidad de las plantillas actuales.
Para materializar los propósitos bajo los que nacen todos estos programas necesitamos docentes que conozcan los métodos de trabajo que se solicitan y necesitamos que las plantillas docentes que hasta ahora han estado desempeñando este cometido se mantengan. Sin embargo, en los criterios de selección para el cómputo horario y así formar parte del programa esTEla se disminuye el número de grupos, y en consecuencia la dotación horaria que recibirán los centros. Nos tememos que el resultado será una diminución de la dotación de docentes, lo que supone una rebaja encubierta de las plantillas de los centros. Además, es muy probable que más docentes tengan que compartir centros, ya que la dotación horaria no permitirá un horario completo en uno solo. Desde ANPE entendemos que esto no debe ser así, que el docente debe estar asignado a un único centro y, en caso de que no complete el horario asignado para el programa, se use como recurso del propio centro.
Además de esta amenaza, también nos ha llamado poderosamente la atención cómo en la bases de los programas Impulsa y Tránsito aparecía de manera muy destacada -y en varias ocasiones- la atención a la diversidad. En cambio, en el programa esTEla aparece de manera testimonial y no de forma explícita, sino a través del principio de inclusión.
Del mismo modo, el hecho de que ahora varias especialidades puedan tener atribución docente en este programa nos debe hacer reflexionar que no podemos atender a tres etapas educativas como departamentos individuales e inconexos, sino que deben funcionar como un camino de lógica transición sobre el que se debe vertebrar todo proceso pedagógico. Por ello, creemos que la respuesta no debe ser simétrica en todas las etapas educativas y para todos los centros educativos, sino que habrá que atender a la realidad de cada contexto y cada etapa.
Igualmente, entendemos la educación desde una perspectiva inclusiva, donde es necesario conjugar el verdadero tránsito entre la Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria desde el alumnado. Hay que comprender que cada alumno presenta un desarrollo evolutivo diferente y que esa evolución es la premisa absoluta para dar la respuesta adecuada a cada individuo desde una perspectiva social, cognitiva, motriz, afectiva y emocional. Por eso, toda réplica educativa debe dar solución de continuidad a todos esos ámbitos y, por lo tanto, el salto de una etapa a otra debe ser pausado, coherente y transitable por todos los niños y niñas. Esta respuesta es innegociable, por lo que una resolución equivocada puede dar lugar a un fracaso en determinados alumnos y, en consecuencia, marcar su futuro personal y académico. Es ahí donde debemos incidir y para ello se necesita profesorado, para que un programa que estaba siendo alabado en los centros por su funcionamiento y resultados no acabe siendo un fracaso por no dotarlo adecuadamente de docentes.